Digo tan a menudo que soy hija del teatro, que a veces, incluso cuando escribo novela, siento que estoy componiendo una obra dramática. Por eso, en general, no me conformo con escribir personajes principales o secundarios, sino que también incluyo figurantes. Los define la RAE de esta manera: “Persona que aparece en una representación teatral, película o serie de televisión con presencia singularizada, pero sin frase ni acción dramática precisa”.
Nada comentan de la novela, quizá no existen en la ficción narrativa, pero ya os he advertido que soy hija del teatro. Quizá colocar a unos personajes que no hablan no tenga sentido, pero no imagino una vida sin “figurantes”, los que te cruzas en el metro, en el supermercado, en la calle… Y no imagino a mis personajes caminando por una ciudad vacía, una cafetería sin sonidos de conversaciones, de cucharillas removiendo un café, de un estornudo mientras estaban a punto de recibir un beso anhelado.
No concibo la vida sin figurantes. Tampoco mis novelas. Hay quien me dirá que eso son personajes secundarios. Tal vez. Aunque no para mí.
Los protagonistas lo son porque llevan todo el peso de la trama. A ellos les dedico la mayor parte del esfuerzo que hago en la composición de una obra.
Los secundarios los acompañan, interactúan, tienen resonancia en la narración; comparten, en algún momento, instantes de su vida. De esa que me contaron, o de la que inventé yo. Juegan, de alguna manera, en la ficción narrativa.
Los figurantes, no.
Aun así he de confesaros que el otro día, mientras estaba escribiendo esa novela que nos traemos entre manos, apareció en mi cabeza un personaje muy teatral, Julieta. Fue imposible decirle: tú no, por favor, ya no cabéis más protagonistas en esta historia. Parlanchina, divertida, cotilla, pizpireta. Me lo pasé tan bien con ella que por un momento pensé que podía ser otro personaje más. Pero no. Los figurantes lo son para darle color a una historia, para que cobre vida, incluso para que hablen aunque eso signifique saltarse las normas.
Pero sobre todo sirven porque así mi protagonista no camina sola por una ciudad… Aunque ese lugar esté en guerra y el silencio impregne las calles.
Comentarios