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Ley de vida, de José Luis Pujol

A veces las novelas se construyen con pequeñas historias. A veces con pequeñas grandes historias. Este es el caso de Ley de vida, la primera novela de José Luis Pujol. El autor da unas pequeñas recomendaciones sobre su lectura al comienzo del libro. ¿Las seguí? De ninguna manera. Decidí leer un capítulo central, la primera historia y, después, me aseguré de no seguir en ningún caso las indicaciones que dio. Os preguntaréis por qué. Pues en general porque si un autor me dice que he de leer en un orden es porque me quiere llevar por algún sitio y entonces decido retarlo, a ver si es capaz de conseguir meterme en su historia sin que siga sus consejos.

Esta novela lo logra. Vaya que sí. No importa que leas página a página o que saltes dentro de la narración. Lo importante no es descubrir qué sucede en el último instante sino saber por qué. De hecho, me alegró conocer el final desde el inicio porque lo que más me gustó fue la narración que me llevó hasta ahí.

Con todo, sorprende, mucho. Cuando crees que lo tienes todo controlado, que nada te puede asombrar, que lo que pasó en tal capítulo fue puro azar, mala suerte, acaba convirtiéndose en algo premeditado por el autor o, más bien, por sus personajes, que cobran vida propia en cada uno de los relatos. Y digo relatos porque bien lo podrían ser; porque cada uno de ellos es, en sí mismo, una historia. Independiente de las otras, pero enlazada con las demás. Como dice su prologuista, Fernando Madueño, no es una novela al uso; es, más bien, una “norela”.

Dentro de esta feliz vorágine hay un momento en el que sales de la vida de los personajes para adentrarte en un mundo independiente. Una historia dentro de la propia historia. El viaje (título de este capítulo) es, en sí mismo, una novela por la que el lector debe transitar camino a un destino que no debería ser.

Tres amigos de la infancia, Gonzalo, Marcos y Roberto. Tres vidas unidas por un pasado conjunto y un futuro incierto. Por un presente repleto de momentos que les marcan su existencia, que los lleva a convivir, a ceder ante peticiones a las que no se debería ceder. Pero un amigo es un amigo. O no. Eso hay que descubrirlo entre sus páginas, entre sus historias. También, qué es lo que cada uno de ellos decide para su vida, para su existencia. El porqué de una reacción y no otra. El porqué de amarse o destruirse. Quizá la vida sea eso, quizá sea ley de vida. O quizá cada uno se forja su destino.

Marcos, Gonzalo y Roberto te hablan en primera persona; te obligan a entrar en su mundo, del que a veces te gustaría huir, te gustaría avisar de, te gustaría… Pero tú eres un mero espectador y nada puedes hacer. Por mucho que les grites, ya no pueden oírte, no pueden escapar de esa vida que ellos solos se forjaron.

José Luis Pujol utiliza tres historias independientes para unirlas de forma certera. Con una narrativa ligera, te engancha desde sus primeras páginas, donde nada es casualidad, donde todo tiene su explicación. En esta ley de vida, el autor le habla al lector, a sus personajes e incluso diría que a sí mismo. Por eso te aviso de que nada es lo que parece, aunque todo es lo que parece.

Si quieres saber más de este autor puedes acceder al siguiente enlace:



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