“Necesito comenzar a escribir para tener ideas”
Parece un poco extraña esta premisa de la autora Françoise Sagan, aunque me siento bastante identificada con ella. Muchas veces sólo tengo un personaje, un espacio, o una frase de la que empezar a tirar. Rara vez planeo lo que saldrá o cómo quiero que ocurran las cosas. Incluso (pese a lo que diga en los talleres de escritura, en los que, ya veis, a veces miento) hay ocasiones en las que no tengo claro ni cuál será el final de esa historia. Como dice Sagan, “Para Buenos días, tristeza comencé nada más con el personaje, la chica, pero no se me ocurrió nada hasta que tuve la pluma en la mano”. Quizá no sea muy buena idea, tal vez sería mejor tenerlo todo planeado, no improvisar, no dejar que la historia, los personajes y los espacios tomen el mando de la narración. Probablemente. Pero a veces funciona, o al menos le funcionó a Sagan cuando escribió la obra con la que más éxito ha cosechado (también la más polémica). Y a mí me gusta pensar que si resultó un buen método para esta autora no lo descartaré, porque me encanta no saber qué pasará en el próximo minuto. Me encanta que sean los personajes los que manden en la narración. Me encanta saber que, en cualquier momento, la historia cobrará vida y sólo me quedará escribir, escribir y escribir. Porque, esto también lo dice Françoise Sagan, “Cuando tomas la decisión de pegarte a un horario de trabajo y de veras te comprometes con él, te das cuenta de que escribes muy rápido. Al menos así me pasa.”
Sagan revolucionó la literatura francesa, y lo hizo desde su primera novela, Bonjour, tristesse, que fue prohibida en muchos países por su dureza y la carga sexual de algunas escenas.
Una autora que escandaliza en su escritura es una escritora a la que emular, en mi modesta opinión, claro; no se me vayan a enfadar ahora.
La entrevista completa, en el siguiente enlace: Françoise Sagan.
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