Veía las películas del oeste sentada en una sillita pequeña a los pies de la de mi abuelo. Después jugábamos al tute como si nos fuera la vida en ello; bueno a él, que se enfadaba porque yo nunca contaba las cartas. Mi abuela le miraba con desaprobación. Pero es que una nunca quiso otra cosa que pasar un rato más en casa de los abuelos. Para qué contar cartas, entonces. Algunos sábados me llevaba a cambiar novelas del oeste al mercado. Era un hombre alto, fuerte, de ojos claros, y me cogía la mano, para protegerme, para salvarme de los demonios que inundan el mundo.
Un poco como esa niña me he sentido hoy al leer la novelita de Francisco Muñoz. Ambientada en ese mundo de indios y blancos; en el de ingleses que se apoderan de las tierras, las mujeres y los niños; en el de americanos que lo roban todo, hasta la vida. En el de indios que buscan vivir como blancos, si es que eso, alguna vez, se pudo. Quizá uno nace con el destino marcado a fuego; quizá uno, sin querer, se labra su propio destino. Quién sabe.
Lo cierto es que Mediasangre, o Frank Malone, me ha traído a la memoria esos días en los que mis ojos se quedaban pegados a la pantalla de un televisor viendo cómo los indios defendían su territorio y los americanos terminaban con ellos. Cómo cortaban cabelleras, despedazaban en tiras a sus invasores, e incluso buscaban venganza cuando el alma se había roto en mil pedazos.
El cuerpo va por un lado; el alma, por otro. Y cuando se nos presenta a Frank Malone, lo único que sabemos de él es que está roto, del alma y del cuerpo. No queda casi nada del que antaño fue, únicamente sus ansias de venganza. Eso lo puede todo. Eso puede con las heridas del cuerpo y las heridas del alma. La venganza es lo único que mueve a ese ser al que no puedes dejar de seguir desde la primera página de esta maravillosa novela. Persigue a Liberty y a sus secuaces; o a Maldonado y sus secuaces, qué importa el nombre cuando esos infames se lo quitaron todo a Frank. Todo menos un libro, un amuleto.
No se puede decir mucho sin desvelar, claro. Es una novelita del oeste, tampoco hace falta que diga más. Imagínense el resto. Aquí lo importante es cómo nos sorprende el otro Frank con su lenguaje, con su maestría en el ritmo, en las secuencias. En cómo se gesta una trama, en cómo descubrimos quién es Frank Malone, quién es Mediasangre. En cómo, casi desde el principio, una quiere encontrar esa fuerza interior que mueve al protagonista.
En todo este entramado, gusta también encontrarse con James Vance; que, de alguna manera, humaniza a nuestro Frank Malone. O con Don Juan, o con el coyote. Quién sabe qué hay de ensueño en ellos, qué de realidad. Qué de esos delirios en los momentos de desmayo.
Frank Malone busca venganza es el título de una novela del oeste que se debe leer. Por mucho que su autor diga que no es escritor. Hacedme caso y leed todo lo que encontréis de él. Os daréis cuenta de que es capaz de manejar el lenguaje como nadie, de que es capaz de escribir de cualquier cosa sin que le tiemble el pulso; y, sobre, todo, de hacerlo bien.
Podéis encontrar los libros de Frank Muñoz, el autor, pinchando en el siguiente enlace:
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