Finalizó ayer la Feria del libro de Valencia. Sólo tengo palabras de agradecimiento para todas aquellas personas que, con intención o por pura casualidad, pudieron compartir conmigo un tiempo. En algunos casos, también un abrazo. Echaba de menos estos momentos con lectores con los que poder compartir esa historia que dejó de ser tuya. Nuevas amistades literarias y encuentros fortuitos en ese parque maravilloso donde, por unos días, cobraron vida los libros. También momentos entrañables con pequeñas lectoras que compran un cuento y se llevan la firma de la editora. Unaria, no olvidarán ese día. Nosotras tampoco. Por supuesto, también anécdotas divertidísimas con las que compartir unas risas en las horas tranquilas.
Y a veces, el nombre de algunas compañeras y compañeros de batalla se escuchaba a través de la megafonía. Imposible vernos. Y si se daba la casualidad era tan efímero el momento que sabía a poco. Eso sí, felices por compartir esta Feria tan diferente de las anteriores. Algún día miraremos las fotos y nos extrañará cómo sonreíamos con la mirada.
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