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Foto del escritorRoseta

Entrevistas literarias. ¿Brindamos?

Esta última semana he estado con la promoción de Un brindis por el desamor. Supongo que en unos días irán apareciendo las entrevistas en los diferentes medios. Lo bonito de estos encuentros es que cada persona ha leído y entendido la novela de una manera. Compartir esa experiencia me parece maravilloso.

Pero no quería hablaros de esto hoy, sino de una cuestión que surgió durante la charla: “Ahora ya tienes otra novela publicada. Un libro que, quién sabe, quizá dentro de quinientos años alguien encuentre”. Al principio me hizo gracia, nos reímos de los futuros inciertos y de que, con toda probabilidad, la tinta de estos libros desaparecerá antes de que nos demos cuenta.

Aunque después, en la soledad (falsa soledad) de un metro, pensé: ¿y si alguien de verdad dentro de quinientos años encontrara una de mis novelas? Tuve un ataque de pánico, de responsabilidad infinita. Comencé a pensar en esas personas que me leen, que me leerán, cosa que pocas veces hago cuando escribo. Creo que es importante dar el máximo posible en cada obra, respetando a esas personas que, a fin de cuentas, son las que hacen real lo escrito en un papel. Sin embargo, cuando me pongo en la tarea, no quiero pensar si gustará, si no, si es lo que se espera de mí. Sólo me concentro en hacerlo lo mejor que sé.

Pero ahora, con aquella cuestión que no pareció trascendental, con ese comentario al vuelo, me he sentido pequeña, timorata y muy loca por dedicarme a la escritura. También he pensado, bah, entre tantos libros, ¿casualmente perdurará el tuyo? ¡No tendrás esa suerte! Además, seguro que se borran las tintas con el tiempo, ¿no es así? Pues no hagas tanto drama.

Y en ello ando, sin escribir, pensando en la responsabilidad que tenemos como escritoras y en un futuro repleto de libros.


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